domingo, 18 de noviembre de 2012

Semper, El Estilo. En Español y en Itunes. Reportaje al editor J. I. Azpiazu

Con motivo de la flamante edición internacional desde la tienda itunes de la traducción al español del libro de Gottfried Semper, “El estilo en las artes técnicas y tectónicas”, hemos realizado un pequeño reportaje a su editor y autor (traducciones, prefacio, notas y apéndice de ilustraciones), el arq. Juan Ignacio Azpiazu, esperando el mismo sirva de introducción a una obra única que por primera vez nos llega en nuestra lengua.
(En diciembre se editará también una versión impresa, disponible en Amazon)
 
 ML - ¿Por qué traducir hoy un libro de Semper de 1860-63?
JIA - Semper fue el primer director de la carrera de la arquitectura en el Politécnico de Zurich (el ETH) y estableció su particular línea intelectual (una especie de respuesta a la École Polytechnique y al politécnico de Karlsruhe, más puramente técnicos). Su influencia es palpable en la arquitectura suiza y del mundo germanoparlante de hoy en día; sus enseñanzas son una referencia permanente, en general implícita, pero muchas veces bien explícita: en Construir la arquitectura, de Deplazes y otros profesores del ETH, las referencias a Der Stil son constantes.
Puesto a leer el libro hoy la pregunta que pasa uno a hacerse es “¡¿cómo no se tradujo esto hasta hoy?!”. La respuesta es por un lado, como dice Mallgrave (responsable de la traducción al inglés de 2004), “la magnitud del esfuerzo requerido”, y por el otro el hecho de que las bibliotecas digitales, la posibilidad de rastrear y consultar a especialistas del mundo entero a través de Internet, y el procesamiento electrónico de textos (buscar con qué sentido usa tal expresión Semper en otros puntos de este libro de 1000 páginas, y en sus otros libros, y cómo la usan otros autores), hacen posibles hoy cosas simplemente imposibles hace pocos años. Incluso así el proceso sigue siendo extraordinariamente exigente —pero, si no se abandona cuando el trabajo que se había estimado para un año va extendiéndose para tomar finalmente tres y medio, posible.
En el proceso de descifrar el texto me fui dando cuenta de que era necesario agregar al libro material complementario, para restituirle al mensaje la claridad que tenía en la intención de Semper, o que tuvo para sus alumnos. A partir de las ilustraciones y los textos complementarios y notas agregadas a esta edición el libro resulta mucho más didáctico y útil para el arquitecto y el estudiante, y la experiencia de leer esta edición es completamente diferente de la de enfrentarse con el original en alemán o la traducción de 2004 al inglés. De hecho me han sugerido publicar el material complementario también en inglés, como apoyo a los que leen las ediciones en alemán o inglés.
Y el español (por las conjugaciones, y el género y número) permite ceñirse bastante bien a la elaborada redacción del original, lo que es directamente imposible en inglés. Con cierto esfuerzo, se puede hacer al complicado alemán original fluir en español tal como fluía en la cabeza de Semper.
Habiendo visto cómo se habían destruido en traducciones al español y al inglés otros buenos textos de arquitectura, en cuanto me pareció posible traducir el libro completo (inicialmente había pensado en preparar sólo algunos fragmentos, para usar como selecciones en docencia), la idea de evitarle ese destino a éste se me volvió una necesidad urgente, una obligación.


ML - ¿Qué revalorización podemos considerar de los temas tratados, en estos tiempos caracterizados por un nuevo cambio de paradigma productivo con las herramientas digitales?
JIA - Para mí la virtud es la de enfocarse en los temas intemporales, en lo que trasciende a la circunstancia. Los temas cuyo abordaje da sentido a tu acción, a tu lidiar con la circunstancia.
Hay un par de párrafos de Joseph Rykwert que alguna vez pensé en poner en la contratapa (al final no los puse, para no andar mezclando lo circunstancial con lo intemporal, y para no incorporar una perspectiva historiográfica en un texto que para mí es plenamente actual). El comentario de Rykwert tiene casi cuarenta años, pero pienso que no pierde vigencia: 


Pero es el conjunto de la estructura del sistema de Semper lo que hoy parece más interesante y, sí, más relevante, que lo que jamás lo hizo desde su publicación. Hemos perdido las alegres certezas del Werkbund. No releemos a Ruskin y a Morris simplemente como documentos históricos: sus opiniones se han vuelto imperiosas nuevamente. En este clima, la búsqueda de Semper de rastrear toda la actividad artística a una morfología transformativa, basada en cuatro formas básicas del trabajo de la mano con su voluntad sobre el material inerte, adquiere posibilidades fascinantes. […]
Una morfología como la de Semper parece alejada de nuestras preocupaciones; lo que sea que haya hoy de concepción generalizada de la estética se concentra en la relación entre el espectador y el objeto. Una teoría del arte (y en consecuencia una concepción de la estética) en la cual la evidencia principal es la concepción del objeto que tiene el propio hacedor —eso va en contra de las convenciones actuales. […] Es la forma en que Semper percibe y comprende la manera en que el artista y el artesano relacionan lo que piensan con lo que hacen […] lo que me parece invalorable y urgente. Concebida en un momento en que el pensar y el hacer pasarían a divorciarse con consecuencias desastrosas, bien puede contener una pauta para su nueva reconciliación.

Joseph Rykwert, “Semper and the Conception of Style”, 1974
De Gottfried Semper und die Mitte des 19. Jahrhunderts (Birkhäuser 1976). Reproducida parcialmente en “Gottfried Semper and the Problem of Style” en Architectural Design 51, 6/7 1981, (“On the Methodology of Architectural History”).

 
Para el arquitecto o diseñador industrial practicante, las virtudes del texto de Semper, cuyo segundo título es “Estética práctica”, son tan valiosas hoy como hace cientocincuenta años —y sólo es de lamentar que durante unas cuantas décadas, y en tantos lados, se hayan descuidado estos temas en la enseñanza de la arquitectura. Son reflexiones anteriores a las herramientas digitales, que trascenderán a nuestras actuales herramientas digitales, y en todo caso te invitan a pensar qué hacer con las herramientas digitales. 


ML - ¿Cuál es el significado para Semper de los términos "Estilo" y "Tectónico"? ¿Cuál es la diferencia con el significado que la historiografía moderna le ha dado a esos terminos?
JIA - Sobre esto recibí varias preguntas de conocidos (sobre todo con “tectónica”) y terminé por incluir una aclaración preliminar, no tanto para entender lo que dice Semper sino para evitar confusiones a partir de lo que han dicho otros, a veces invocándolo a Semper.
Resumidamente, los problemas de la tectónica son para los alemanes de mediados del siglo diecinueve hasta principios del veinte los de la “estética de las creaciones/construcciones con función” entendiendo “función” en un sentido amplísimo —es decir problemas de estética comunes a lo que hoy llamaríamos el diseño industrial y la arquitectura. Después hubo un teléfono descompuesto y a partir de mediados del siglo veinte se empezó a usar el término con un sentido parecido al neogótico de la “expresión de la construcción”, o de la estructura, o de los esfuerzos, o del material, o cosas parecidas, que en los mejores casos varían según el autor y en los peores casos es imposible precisar exactamente qué se quiere decir. Semper usa estilo para referirse a la coherencia estética con que se manejan los recursos técnicos y artísticos, y se responde a los requerimientos y circunstancias que dan pie a estas creaciones/construcciones. En ambos casos eran maneras de decir “estética”, pero contemplando factores de propósito y construcción/constitución y culturales, diferenciándose así de la estética visual, de la “forma pura” (formal abstracta, diríamos hoy) y de la representación, que primaban en la teoría de las artes visuales.
No es más que un comentario secundario sobre terminología, pero la reseña de cómo iban elaborando estos temas Karl Otfried Müller, luego Bötticher, luego Semper, y el contraste con lo que pasó después, es interesante también porque ilustra la seriedad con que aquellos personajes encaraban la construcción de conocimiento en estos temas; es muy poca la literatura arquitectónica actual (de las últimas dos generaciones, digamos) que trate cuestiones de estética arquitectónica con rigor comparable. 


ML - Si el proceso de diseño desde el monitor desdibuja los conceptos con los que se asocian actualmente los términos "Tectónico" y "Estilo", dada la naturaleza ingrávida y la multiplicidad de referencias y experimentos ligados a las matemáticas, la biología y la química, la lectura de Semper ayudaría a retomar -con un enfoque renovado- un sentido práctico tanto para uno como para otro. Por el mismo camino que los textos de Ruskin y Morris afirman la lectura artesanal de la manufactura digital.
JIA - Con respecto al monitor, y tantos edificios y paisajes que parecen representaciones materiales y espaciales imperfectas de una concepción cuya expresión más perfecta se produce en el monitor —sin duda, parte del problema es cierta pérdida de consciencia, en gran parte de la enseñanza (hay gloriosas excepciones), de cuestiones arquitectónicas básicas que componen el núcleo del conocimiento disciplinar acumulado por el hombre y demostrado en sus mejores obras.
En ese sentido, el problema de la confusión entre medios y fines no es distinto del dibujismo que padeció lo más cuestionable de la École des Beaux Arts. Esto obviamente no quita la importancia de la representación visual y del entrenamiento de la observación que exige la práctica del dibujo, o el potencial para el estímulo o la ayuda que ofrecen las concepciones y las analogías de las artes visuales, la matemática, la biología o la química para el desarrollo del pensamiento arquitectónico, y en el mismo Der Stil hay ejemplos de cada uno de esos casos —solamente no hay que olvidar que el tema es la arquitectura.
Es interesante que la voluntad de encontrarle una lógica unitaria al mundo que se manifiesta en Der Stil y otras obras de la época está impulsada por la desorientación y angustia que producían los cambios de la Revolución Industrial, de modo que en términos estéticos, tecnológicos, profesionales, económicos, sociales, políticos, todo era en aquel entonces todavía mucho más nuevo y revolucionario y traumático que lo que vivimos hoy. En ese contexto en que todo parece nuevo la búsqueda de Semper se orienta a los aspectos esenciales, los que antes decía que permiten un sentido del rumbo al enfrentar las circunstancias. Hay unos párrafos sobre la industria del caucho, que en los 1850 era una novedad absoluta, en los que Semper básicamente te cuenta, en base a lo que venía apreciando en la cerámica, la laca y demás, los caminos estéticos que se le abren a lo que terminaría siendo la industria del plástico, que ni siquiera tenía un nombre en ese momento —es bastante impresionante. Uno diría “tenía la bola de cristal, estaba viendo el futuro”; lo que tenía bien presente eran varias cuestiones esenciales de la estética, la técnica y la historia, y así plantado la novedad estimula, pero no desorienta.
De modo que sí, tal como han resultado las cosas pienso que El estilo sirve hoy como herramienta para devolver al centro una serie de cuestiones que ojalá no se hubieran perdido en gran parte de la enseñanza y del discurso arquitectónico, y que da alegría reencontrar. Yo lo comparo un poco con la formación general clásica, que es una pena haber perdido, y la alegría que te produce cuando recién de grande (como me pasó a mí) empezás a descubrir a los clásicos.


ML - Al igual que en otros textos contemporáneos, en el libro existe la intención de una lectura global, inclusiva, sobre los diversos modos de diseñar y construir en una amplia geografía; algo que la historiografía moderna ha comenzado a recuperar muy recientemente (Curtis, Cohen), ya que los clásicos (Zevi, Benévolo, Giedion, Banham, Collins) se concentran casi exclusivamente en el eje Europa-Norteamérica.
JIA - Ahí hay varios temas, sí. Uno es que mucha historiografía del movimiento moderno fue panfletaria. Ni siquiera hace falta salir de Europa: a las obras modernas arquitectónicamente más ricas y más instructivas, menos reducibles a fórmulas y slogans (digamos en aquel entonces Asplund y Lewerentz, más recientemente Zumthor), la mayor parte de la crítica no supo con qué comerlas. Algunas resultan además históricamente inexplicables, parecen haber salido de un repollo. A veces hay una escisión, una total independencia, entre el discurso vuelto negocio académico y editorial por un lado, y la enseñanza y la práctica arquitectónicamente relevante por el otro.
Un escrito personal puede ser panfletario, incluso una obra construida puede ser panfletaria, pero la historiografía y la educación no pueden serlo. La historia panfletaria, la seudohistoriografía al servicio de una idea o un programa, es premoderna, y en ese sentido una barbarización, una salvajización. En eso el texto de Semper es mucho más moderno que otros dos, tres y cuatro generaciones posteriores.
Pero más excepcional todavía que la amplitud me parece en Der Stil el sentido de la mirada —el libro no es un relevamiento técnico e histórico (de ésos los hubo antes y después), ni un relato de cómo sucedieron las cosas, sino que emplea a esos ejemplos de la técnica y la historia para entender y explicar conceptos arquitectónicos. Una mirada que además de artística es auténticamente científica, en el sentido de búsqueda genuina de la verdad en base a evidencia. Y el que está buscando esa verdad es ante todo un arquitecto, lo que busca es una verdad instrumental, lo leés y te dan ganas de ponerte a diseñar o rediseñar algo en lo que estás trabajando.
En el blog puse una vez, en uno de tantos raptos de emoción, que al leer El estilo uno se siente parte de una gran familia de diseñadores que han estado enfrentando los mismos temas fundamentales desde el comienzo de los tiempos, y acompañado por ellos. Además de instructivo e inspirador, me parece reconfortante.


Mayor información en el blog editado para tal fin: http://semper-estilo.blogspot.com.ar/

Agradecemos la colaboración, el tiempo y la dedicación del arq. Juan Ignacio Azpiazu
Editado por el arq. Martín Lisnovsky


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